Never had a dream come true

Sus lágrimas se iban deslizando lentamente por sus pálidas mejillas. Miraba al horizonte intentando encontrar el consuelo que necesitaba en las estrellas. La luna llena le sonreía con su halo de luz. Su cabeza reposaba sobre una piedra que estaba al lado del lago donde ella estaba sumergida. Sus cabellos rubios desprendían una luz blanquecina debido a los pequeños rayos de la luna que se colaban a través de las ramas de los grandes árboles que rodeaban el lago. Un suspiro salió de sus labios. Se deslizó por el agua hacia el lado norte, donde había un pequeño castillo iluminado por las lámparas de gas que colgaban del interior. A través de las ventanas vio a los reyes en su trono, viendo bailar a su hijo, el príncipe Derek. Bailaba una balada con una joven princesa de cabellos rojos que eran fuertemente iluminados por las lámparas. No pudo seguir mirando. Justo cuando se fue a dar la vuelta, Derek la miró. Su cara pareció darse cuenta de lo que en realidad estaba ocurriendo, pero ya era demasiado tarde. La chica desapareció de su vista. Unos segundos más tarde, ella se encontraba en el centro del lago. Ya era hora de su partida. En el fondo había un túnel que comunicaba con el mar. No esperó más, se hundió en el lago para irse de allí para siempre. Lo único que se pudo ver de ella fue su cola de sirena dorada iluminada por los rayos de la luna, porque, a fin de cuentas, ese era su destino, ser una sirena para siempre… para poder salvar a su amado de una muerte anunciada.


Este relato fue un regalo que escribí para la autora Lucía Glez. Lavado

2 comentarios:

Otra manera de ver la Sirenita. Me ha emocionado lo que es capaz de hacer la sirenita por salvar a su amado. Felicidades. Me gustan tus relatos.

 

Me alegra que te hayan gustado los dos^^ En cuanto pueda me vuelvo a pasar por tu blog :D